En los Cayos de Florida visitando un museo único y casi desconocido: el Diving Museum.
El Diving Museum es
una más de las sorpresas que esconde ese rosario de islas e islotes que
conforman ese apéndice de la península de Florida llamado los Cayos de
Florida. Esta cadena de tierra elevada apenas unos metros sobre la
superficie de un mar casi tropical se ha convertido en las últimas
décadas en la meca de jubilados, aficionados a las actividades náuticas y
gente de todo tipo que busca aquí ese ambiente de última frontera donde
los límites los impone el océano.
Desde la ciudad de Miami tenemos apenas
una hora y media de trayecto hacia el sur por la Route 1, la famosa
“Overseas Highway” para llegar a este reguero de islas unidas por un
conjunto de puentes que acaba su recorrido en el punto más al sur de los
USA, Cayo Hueso o Key West.
Tras atravesar una monótona zona de
manglares la carretera desemboca en el primer y más grande cayo de
todos, Cayo Largo. Entre palmeras, vegetación semitropical, casas de
colores pastel y marinas repletas de embarcaciones que flotan sobre un
mar azul, en los últimos años han surgido a lo largo de la carretera
toda una multitud de negocios dedicados a la pesca y el submarinismo. Y
es que los Cayos son un paraiso para los amantes del mar.
Tras dejar atrás la entrada al John Pennekamp State Park,
el único con arrecifes de coral en territorio norteamericano, sigo
hacia el sur y hago una primera parada en una de las tiendas más
conocidas del sur de la Florida, World Wide Sportsman cercana a
la Bayside marina. Esta tienda es un sueño para los pescadores, pero yo
me detengo aquí porque en su interior se encuentra uno de los barcos,
el “Pilar”, que Ernest Hemingway utilizaba en sus habituales trayectos entre los Cayos y Cuba.
Subirse a este barco de madera, poner
las manos en la rueda del timón o entrar en la sencilla cabina donde
quizás pergueñó algunas de las páginas de “El viejo y el mar” supone
trasladarse a una época en la vivir aquí era una auténtica aventura.
Sigo hacia el sur conduciendo por esta
carretera donde los límites de velocidad son estrictos y los coches de
la policia se ocultan tras cualquier arbusto. Mi objetivo se encuentra
junto a la Route 1 en el cayo de Islamorada. Estad atentos porque el
edificio del Diving Museum apenas destaca a no ser por el buzo colocado a
la entrada y la escena marina de la fachada.
Nada más traspasar la puerta de entrada
me encuentro con una pequeña tienda repleta de motivos náuticos. Tras
pagar los 12$ que cuesta la entrada una señora muy amable me da unas
sencillas explicaciones y por fin entro en este pequeño museo que puede
hacer las delicias de cualquier aficionado al submarinismo. Los
fundadores del museo, los doctores Joe y Sally Bauer, volcaron su pasión
por la historia de la relación entre el ser humano y las profundidades
marinas dedicándose a recolectar todo tipo de artilugios históricos
relacionados con el submarinismo. El resultado es una colección
apabullante de campanas, escafandras, máscaras y trajes de buzo,
botellas, reguladores, historias de buscadores de tesoros, cámaras de
video y fotografía submarina, robots y todo tipo de objetos relacionados
con este fascinante mundo presentados en orden cronológico.
La evolución de la tecnología de
inmersión resulta sorprendente Y es que los primitivos intentos de bajar
al fondo marino con una campana de aire invertida son de lo más
ingenioso. Luego se fueron añadiendo tubos de respiración,
perfeccionando las máscaras de inmersión a partir del diseño de los
cascos militares, se añadieron cristales para poder ver el fondo…hasta
llegar a los diseños de esos espectaculares y pesados trajes de buzo que
conocemos de tantas películas. Por cierto, la colección de esas grandes
escafandras metálicas de buzo es apabullante y más teniendo en cuenta
que cada una es casi única, cuestan una fortuna y son el objeto del
deseo de coleccionistas de todo el mundo.
Además aquí se encuentran objetos tan
curiosos como un lingote de plata de 35 Kg. de peso recuperado del pecio
español del Nuestra Señora de Atocha, hundido en aguas de Florida en
1622 y localizado por Mel Fisher en 1985, y que hasta ahora sigue siendo
el mayor tesoro recuperado de las profundifdades del mar.
Otro objeto curioso que se encuentra en
este Museo es la escafandra de buzo original del Capitán Nemo utilizado
en el clásico de Disney “20.000 leguas de viaje submarino”
basado en la obra del Jules Verne. Sin duda esta es la obra que ha hecho
soñar a generaciones de lectores con adentrarse en las profundidades
marinas e inspiración para muchos que han dedicado su vida a descubrir
los secretos del mar.
Además hay una interesante colección de
las primeras cámaras de vídeo y fotografía submarina con sus cajas
estancas, la historia de los inicios del buceo con regulador y botellas
de aire comprimido y los avances hacia las inmersiones a grandes
profundidades con los primeros diseños de buceo con Nitrox. Aquí destaco
esta obra de arte de la ingeniería que es la escafandra Mark V adaptada
para inmersiones con Helio utilizada en la película “Hombres de honor” protagonizada por Robert de Niro y Cuba Gooding Jr.
Y para terminar entre otros muchos objetos, los primeros diseños de
buzos robotizados para inmersiones a grandes profundidades. Sin duda
habréis visto trajes como el de la imagen en reportajes de la National
Geographic.
Salgo impresionado del Diving Museo
preguntándome cómo es posible que una de las mejores colecciones del
mundo dedicadas al mundo del submarinismo sea tan desconocida. Quizás
sea debido a que el mar sigue siendo ese gran espacio planetario semi
olvidado y que por eso el conocimiento de las profundidades marinas esté
todavía en pañales. No lo sé, pero desde aquí no dudo en recomendaros
esta pequeña joya de museo.
El caso es que hablando con el personal
del museo me indican cómo llegar hasta al único hotel submarino
existente en el mundo ubicado en Cayo Largo. Este viaje está siendo toda
una fuente de sorpresas y es que el “Jule´s Undersea Lodge”
es uno de esos lugares que cuesta pensar que existen. Toda la
estructura del hotel se encuentra bajo el agua en una zona de manglares y
arrecifes donde se reproducen todo tipo de especies marinas. En el
exterior sólo destaca la escuela de buceo donde obtener todo tipo de
certificaciones y la caseta de control y monitorización de las
instalaciones submarinas. Mientras, en la laguna grandes columnas de
aire surgen de las profundidades indicando dónde se encuentran las
instalaciones del hotel.
A unos 7 metros de profundidad están las
habitaciones con todo tipo de comodidades donde sólo se puede acceder
haciendo una inmersión. Una vez dentro hay una cámara estanca, una sala
común de actividades y un par de habitaciones con literas y ventanas
acristaladas. Libros, videos y televisión ayudan a pasar las casi 24
horas que se exigen a todo aquel que quiera obtener el título de
“acuanauta” en estas instalaciones a un precio que ronda los 400$. Desde
luego si quieres sorprender a tu pareja este es uno de esos lugares
donde pasar una “noche de bodas” realmente inolvidable.
Regreso a Miami con la sensación de que
todavía quedan muchas cosas por descubrir por aquí. La próxima vez
espero poder hacer alguna inmersión en algún barco hundido, bajar al
fondo del océano en un traje de buzo Mark V o quizás, incluso poder
contaros cómo obtuve la licencia de “acuanauta”.
Si queréis ampliar la información sobre los Cayos de Florida os remito a mi viaje por estas islas publicado en http://www.viajesyfotografia.com
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